Aquellos filantrópicos especuladores (que nunca pesan la miseria y opresión que ocasionan a una nación en contra de los intereses propios de ésta, y que no les importa que su oro salga de la sangre del pueblo) encontraron una compasión y un duelo más sinceros del que podían esperar de quienes como yo, han visto a que precio ha sido ganado su puerco lucro o, más bien, a qué precio esperaban ganarlo. (Henningsen en Zumalacárregui)
El
espíritu de la Revolución y el Capitalismo se materializan, concretan o
singularizan con un cierto repertorio fijo y determinado de aspiraciones y
actos. Y hoy, como ayer, actúan de la misma manera aunque ya sin resistencia.