miércoles, 6 de enero de 2010
Sixto V
Sixto V
Felix Peretti pertenecia a una familia humilde de labradores de Montalto en la región de las Marcas. Poco tiempo tuvo de ser porquero, pues a los nueve años entro como novicio en un convento de franciscanos. Su gran inteligencia le hizo brillar como predicador y en 1570 fue nombrado cardenal por Pio V. Gregorio XIII, cuando aun era solo el cardenal Hugo Buoncompagni, le llevo consigo a Madrid, cuando fue como legado papal a la capital de España. No se llevaron bien el legado y su acompañante, y cuando el primero fue elevado al solio pontificio en 1572 le aparto del gobierno de la Iglesia. Poco podía pensar que seria Peretti quien le sucedería.
Se cuenta que al morir Gregorio XIII, hombre enérgico y de gran carácter, los cardenales buscaron un sucesor que fuera mas acomodaticio y fijaron su atención en el cardenal Peretti que, a sus 64 años, aparecía como un anciano enfermizo que se apoyaba en sus muletas para andar y al que una tos pertinaz impedía pronunciar dos frases seguidas. Fue elegido por unanimidad. Pero apenas elegido el cardenal, ya papa, cambio súbitamente, se irguió, lanzo las muletas al suelo y entono con fuerte voz un tedeum. Los cardenales quedaron asombrados.
-Desde que Vuestra Santidad es papa -le dijo un cardenal- ha cambiado totalmente su aspecto.
-Cuando eramos cardenal -respondió el nuevo papa- caminábamos con la cabeza baja, buscando en la tierra las llaves del cielo; pero desde que las hemos encontrado nada tenemos que buscar ya en el suelo.
Y fue uno de los papas mas enérgicos y fuertes de la historia del papado. Basta un ejemplo: Un día se presento al ponticife una vieja quejándose de que un pleito que tenia desde hacia veinte años no se había solucionado ni llevaba trazas de solucionarse en el poco tiempo que le quedaba de vida. El papa se informo de que abogado o procurador se ocupaba de el y le mando llamar.
-Estoy interesado -le dijo- en que se resuelva el pleito de esta vieja. Sea a favor o en contra: pero que se solucione con justicia.
Al día siguiente, el letrado se presento al papa diciéndole que, según sus deseos, el pleito se había sentenciado. Y Sixto V lo hizo ahorcar por haber hecho durar durante años un pleito que, según el resultado, se había podido decidir en pocas horas. Desde aquel momento en adelante los curiales y leguleyos apresuraron sus pleitos.
Un día se informo al papa de que en Sicilia había nacido el Anticristo. El papa pregunto:
-Y ¿que edad tiene ahora?
-Tres años, Santidad.
-Bien, pues este es un problema para mi sucesor.
El obelisco egipcio que se alza en la plaza de San Pedro, frente a la basílica vaticana, yacía, junto con otros que los emperadores romanos había hecho trasladar a la urbe, entre el barro y las hierbas que cubrían los vestigios de la Roma imperial. Sixto V encargo al arquitecto Domenico Fontana la erección del mismo donde ahora se admira.
El 10 de septiembre de 1586 , una vez trasladado un equipo de 140 caballos y 800 hombres, se encargo de levantarlo del suelo y ponerlo en pie. Una gran muchedumbre se congrego en la plaza para gozar del espectáculo. Se conmino, bajo pena de muerte, a guardar silencio para que así se pudieran oír las voces y gritos de los técnicos. Pero en un momento dado, las cuerdas que izaban el obelisco se distendían por el peso enorme de la mole y se cuenta que que un marinero de San Remo, llamado Bresca, y capitán de una nave genovesa grito:¡Agua a las cuerdas! O, en su dialecto:¡Aiga, dai de l'aiga al corde!. Así se hizo y la operación pudo llevarse a buen termino. Pero, cumpliendo las ordenes del papa, los soldados detuvieron a Bresca, que debía ser ahorcado de acuerdo con lo establecido, pero el papa no solo lo perdono, sino que le concedió el privilegio de izar la bandera pontificia sobre su nave y el de proporcionar a la Santa Sede las palmas que los ponticifes usaban y usan en el domingo de Ramos. Sixto V murió en 1590.
No hay comentarios:
Publicar un comentario