martes, 14 de febrero de 2012

Sobre la reseña de "Sol en las bardas. La forja oculta de Carlos Hugo."





El pasado sábado, en el suplemento literario La sombra del ciprés, perteneciente al Norte de Castilla, nos sorprendía por una de sus reseñas. Este trataba sobre el libro Sol en las bardas. La forja oculta de Carlos Hugo.

Sin embargo, es necesario realizar unas correcciones a la reseña, debido a la ignorancia manifiesta del autor sobre el Carlismo:

La Comunión Tradicionalista combatió a la República desde sus inicios, al igual que durante la "Restauración". Y ésto, se debe al rechazo fundamental que ocasionaba toda manifestación del derecho nuevo o revolucionario en la organización de la sociedad. Así es que con Alfonso Carlos y más tarde, en la Regencia, con Don Javier se luchase contra la República. Pero con el deseo de restaurar la monarquía social y representativa. Nunca para colocar a Franco.

A pesar que los tiempos de guerra traen extraños amigos, el carlismo nunca mostró simpatías por el régimen franquista y, por ello, recibió persecucción. Don Javier de Borbón sería expulsado de España, y más tarde, será recluido en los campos de concentración nazis sin que Franco moviese un dedo por su salvación. Fal Conde será desterrado, y mientras, el decreto de unificación obligó a la clandestinidad de la Comunión. Lo que no había hecho la República, lo hizo Franco.

Así es como desde 1937 hasta 1956 la política de la Comunión será de oposición, y su principal valedor será Fal Conde, jefe delegado de la Comunión Tradicionalista. Las personas que acepten cargos del Régimen serán expulsados: Bilbao, Rodezno... Con la llegada de Carlos Hugo esta situación cambiará, pues como el dijó:

Me reuní con Fal y con mi padre. Mi tesis era que el enemigo mortal de Franco no podía, en estos momentos, ser el representante del Carlismo. La de Fal era algo diferente; no defendía en absoluto su cargo, porque era un hombre de entrega total. Mantenía la tesis de que el Carlismo tenía que manifestar claramente que no tenía nada que ver con Franco. Yo no estaba de acuerdo con ella, porque la época de la guerra civil y de la represión a ultranza; los campos de concentración, la acción directa brutal y la represión indiscriminada, ya había pasado. Era necesario un diálogo con el Sistema.

La presentación de Carlos Hugo en el 57 en Montejurra, acompañada de Rafael Gambra (calificado por la historiografía marxista como integrista) muestra un Carlos Hugo todavía cuerdo con la tradición española. Nada de federalismo alemán, ni de centralismo borbónico. Lo primero, porque Alemania no tiene la patente y tiene sus diferencias en el apatato estatal y, en lo segundo, porque en España nunca se llevó a cabo.

Y la supuesta renovación crítica de un pobre y mediocre abrevadero cultural muestra que el autor habla de oídas. Para empezar podríamos hablar de la monumental obra de la Historia del tradicionalismo Español, con treinta tomos y la mejor obra hasta ahora que ha tratado el tradicionalismo. También podríamos hablar de la Editorial Tradicionalista o de la colección Montejurra y del desarrollo de los círculos Vázquez de Mella. Fundaciones y editoriales que perdieron su calidad y seriedad por la renovación ideológica (en verdad significó la ruptura) . Cuando se intentó, en un juego de malabares, adaptar la historia del carlismo a la historiografía marxista.

Tristemente. el príncipe salió rana. Reproducimos una de las últimas entrevistas a Don Carlos Hugo, aparecida en La Vanguardia el 5 de febrero de 2005.



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