Por ignorancia o por timidez, el rey francés no se decidió a hacer uso de sus deberes conyugales. El caso es que la pobre Ana, al cabo de un tiempo, se quejo de ello a su hermano el rey de España; este , a su vez, hizo que la queja se transmitiera al papa, el cual lo comunico a su nuncio en París, quién, a su vez informo al embajador de Venecia, amigo de Luis XIII.
Los dos últimos idearon una estratagema -que explicar Robert de Montesquieu- para decidir al rey a cumplir como debía.
En una sala secreta, dispuesta al efecto, el rey pudo asistir a las lides de amor de su hermana, la duquesa de Vendome, con su marido. Este modificante espectáculo influyo en el rey y fue comprobado por su medico que. Manu medicali, le incito a acudir al tálamo conyugal, donde su esposa, Ana de Austria, le esperaba convenientemente informada. El truco tuvo éxito y la reina pudo comprobar que no por ser rey se deja de ser hombre.
Y que nadie se escandalice. A un lado del rey mirón se encontraba su medico, y al otro lado su confesor.
De “Historias de la Historia” de Carlos Fisas.
Esto me hace recordar otra pequeña anécdota atribuida a Milton, quizás machista, pero que viene al pelo:
Le preguntaron a Milton:
-¿Por que en ciertos países un príncipe puede ser proclamado rey a los catorce años y, en cambio, no puede casarse hasta los 18?
-Porque para gobernar un reino basta un niño, y para gobernar una mujer, no basta.
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