domingo, 14 de febrero de 2010

La belleza erradicada

Venus y Marte de Botticelli, obra que le saca mil vueltas a cualquier obra de los aburridos ismos contemporaneos.

Benvenuto Cellini, genio del renacimiento, crucifico a un hombre vivo para estudiar el juego de los músculos cuando agonizaba. A través de los tiempos, la ansia por el arte ha cometido numerosos crímenes y actos reprobables. Hace escasos años de desato la polémica en la captación de una fotografiá de Kevin Karter en la cual una niña desnutrida de Sudan era contemplada por un buitre negro, esperando su muerte para darse un festín. Tras unos años y presionado por las criticas y los remordimientos decidió acabar con su vida. El común denominador que engloba estos dos ejemplos muestra que donde esta la belleza es donde esta el sentimiento. Lo desagradable no riñe con la estética por eso nos resultan bellas las tallas de Cristo crucificado, las cuales siendo de una temática desagradable a través de los sentimientos y mensaje que transmite nos da la sensación de belleza. La estética a través de la técnica y la metafísica del cuadro confieren la belleza de la obra. Los dos ejemplos anteriores se tratan de una acción injustificable salvo por la teoría del superhombre: Todos estamos compuestos de carbono, el artista es diamante mientras que la masa de la humanidad es solo carbón. ¿Que supone la muerte de un individuo cualquiera si permite al artista crear una fuente de éxtasis. En síntesis; la tortura en nombre del arte. Aunque por estos actos los rechazamos no dejan de ser distintos y superiores a cualquier obra actual.


La problemática de la pintura y la escultura actual es su muerte. Todas las expresiones de estas artes están totalmente exploradas siendo la única forma de regeneración del arte la vuelta a los movimientos previos al abstracto y una inyección de utilidad en los obras. Por otro lado esto supone el avance de otras artes y la aparición de nuevas como la fotografía con un futuro mas atractivo.


Nunca debemos olvidar que el arte es la firma de la civilización. La actual esencia que engloba el arte es la vaciedad, la desesperanza, en definitiva, el nihilismo. Durante la historia del arte, el arte debió de ser útil: para hacer reflexionar, para adoctrinar, para informar etc. La industrialización iniciada por el liberalismo ha llevado a una pertenencia del arte democratizada muy poco acertada. El arte por escaso es apreciado. La belleza reside en el objeto en el que el artesano muestra su interior, de por si la escultura ya transmite sentimientos, pues como dijo Oscar Wide ; todo retrato pintado con sentimiento es un retrato del artista, no del modelo. Ante el aumento de la producción artística, el hombre ha perdido la sensibilidad de la belleza. No podemos mas que dar la razón a Stalin de la calificación que le daba al arte moderno: degenerado. Por ello podemos ver que al inicio de la industrialización, la pintura y demás géneros solo buscan hacerse un nicho en el mercado donde vender mas producción. Incomprendidos en su lanzamiento las obras transgresoras, ya no causan efecto. Las ultimas obras de Hirst desvela una falta autentica de la belleza, relevada por el interés económico. Ya no hay belleza, hay mercado. La finalidad no es inspirar a los espectadores, si no satisfacer necesidades del consumidor. Por ello podemos ver un proceso de deshumanizacion del arte como ya dijo Ortega y Gasset. La posibilidad ,o al menos, la total seguridad de los artistas de que lo bello también se encuentra en lo vulgar es un paso mas.


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