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viernes, 23 de marzo de 2012

El pregón de Semana Santa: la impiedad ataca de nuevo.

El Arzobispo, el Alcalde y la Vicepresidenta.


Desde que Ramón Jauregui, uno de los católicos del PSOE, dijerá que la moral cívica de nuestra sociedad, ya sea sobre el matrimonio, la familia o del papel de la mujer, corresponde única y exclusivamente a la soberanía popular nada nos sorprende de los llamados católicos de nuestra pobre España. Tampoco de nuestro clero.

Ya saben, la doctrina de la Iglesia ya no se lleva. Ni entre los curas. Ahora lo que gusta son los saraos de iglesia. Aunque digan barbaridades. Y es que, las cofradías, que día a día consiguen superarse llevan unos años esplendidos. Recordemos el herético pregón de Martín Garzo hace dos años, después Ramiro Ruiz Medrano. Señores ¿el próximo será Cayo Lara?

Recordamos con ternura la frase del Obispo de Canarias, Pildain, en las votaciones de la Declaración de Libertad Religiosa durante el Concilio Vaticano II: Utinam ruat cuppula Santi Petri super nos. Quizá hubiese debido repetirse con la bóveda de Nuestra Señora de la Asunción.

Y ¿adivinan a quien citó? Al hereje máximo y maestro de herejías, Don Miguel de Unamuno.

Creo que hoy sigue vigente la duda unamuniana, el dolor del silencio del Cielo. El sentimiento trágico de la vida, La agonía del Cristianismo, San Manuel Bueno y Mártir… son obras del querer creer con el corazón y la lucha inútil contra la razón porque no termina de convencer al desasosiego. Hablan del misterio de la Vida.

Incluso se refirió al Alcalde con su afán de estropear las tallas cuando llueve:

Así que, un año más, vamos a salir a las calles. —¡Esperemos que no llueva,…! aunque desgraciadamente no hay gobierno que pueda ordenar que ceje la lluvia cuando se mueven los santos en las iglesias—.

Y también se atrevió con los “valores”:

Creo que nos conviene ir al encuentro de lo que comúnmente

llamamos valores, y es seguro que la mayoría de los españoles buscaremos el origen en lo aprehendido desde la escuela: la grandeza de conceptos como honradez, solidaridad, amistad, fidelidad, respeto. Eso es, a la postre, lo que representa la Semana Santa.

Y lo mejor del mitin: Soraya se convierte en humorista. ¿La noción de un comportamiento íntegro en el Partido Popular?

Ni el Siglo XXI puede estar reñido con la raigambre de nuestra

noción de un comportamiento íntegro, como tampoco la evolución de la sociedad puede verse sin las enseñanzas de los evangelios.

Algún día, Dios nos pedirá cuentas de nuestros pecados. Pero a algunos más que otros

jueves, 15 de marzo de 2012

La democracia cristiana: de aquellos polvos, estos lodos.


La política cristiana, arrastrada por la Revolución

Ni dejaré de ser [...], como todos mis antepasados, buen católico, ni, como hombre del siglo, verdaderamente liberal. Así hablaba el antirrey Alfonso XII en el manifiesto de Sandhurst. El principio de la democracia cristiana consistió y consiste en la abdicación continua de los principios de la política cristiana, en aras de los vientos de la Historia. De tal forma, si el siglo XIX fue el siglo liberal por excelencia, el siglo XX se convertiría en el siglo del laicismo. Y de estos polvos, vinieron estos lodos.

Los principios de Montalembert o Lamennais se materializaron gracias al ralliement, debido a las políticas nefastas de la Santa Sede. Mientras que en Francia, algunos círculos rezaban por la muerte de León XIII, en España se rezaba por la conversión del Papado (Cum Multa). Más tarde, a pocos sorprendió cuando el hijo del antirrey Alfonso XIII permitió la promulgación de la Ley de Asociaciones, calco de las leyes de la Tercera República Francesa. Por ello, la identificación de la democracia cristiana con los grandes partidos de masas del siglo XX no es del todo cierta. Es toda aquella doctrina que intentó conciliar el catolicismo con el liberalismo y, por tanto, gozó de varias manifestaciones.

Con sus más y sus menos, el mejor clérigo del siglo XX.

En España, siempre hubo clérigos que más o menos identificaban la táctica y, en consecuencia, tomaban posiciones. Pues nunca faltó quien quiso imitar a los célebres abates democráticos. Pedro Segura, Arzobispo de Valladolid, nos decía:

El espíritu naturalista democrático y demagógico todo lo ha invadido en el momento actual [...] nacido de la revolución, lo va contaminando todo y va minando los fundamentos de la autoridad y consiguientemente de la sociedad que sin ella no puede subsistir [...] Ha deformado la constitución secular de los pueblos; ha destruido la organización social que, bajo la inspiración de la Iglesia, hizo felices a las naciones y trata de implantar una nueva ciencia no basada en los principios inconmutables de la revelación [...] Con tales ropajes de cultura y progreso se ha vestido a estas innovaciones revolucionarias, que ha habido muchos incautos que se han dejado seducir miserablemente, aún entre los sacerdotes, y se han venido a convertir en celosos propagandistas de este nuevo movimiento que equivocadamente estiman como redentor.

También Jacques Piou, perteneciente a Acción liberal, destacado monárquico y principal impulsor del ralliement lo analizó, quizás, como ninguno:

¿El mal menor? De él morimos. El mal menor puede ser el peor de los males. El peor de los males, es el dejarse desaparecer, la abdicación, la complacencia con los malos. Hay algo peor que la negación declarada: el sonriente abandono de los principios, el lento deslizarse apelando fidelidad. "Más temo el veneno que el hacha" decía Windthorst y también yo temo el envenenamiento de los católicos... Cuando hayan entregado suavemente lo que constituye su fuerza, su savia, serán prisioneros avergonzados de sí mismos, porque, sacrificando su libertad no habrán conservado la dignidad que honra en la derrota y prepara el desquite.

¿Me atreveré a pronunciar una palabra que a muchos de vosotros ha de parecer una audacia singular? : Sed intransigentes. En esta hora, vuestra intransigencia es vuestra salvaguardia.

...Yo paso por moderado. ¡Cómo! Dejadme deciros que llevo demasiado tiempo en la vida pública para creer en la eficacia de las medias tintas. Nada se gana con el silencio, con las capitulaciones más o menos disfrazadas, con las habilidades que acaban en encenagarse siempre.

Deseamos la paz con todas nuestras fuerzas, pero la paz con honor. Cuando hayáis mostrado que no capituláis cobardemente y hayáis convencido de la necesidad de una resistencia obstinada a todos cuando leen, habréis servido útilmente a nuestra causa. No se teme sino a los fuertes, no se cuenta sino con aquellos que resisten. Cuando los poderosos se encuentran frente a sí hombres resueltos, están más pronto a hacer concesiones que cuando tienen que habérselas con tímidos o con serviles.

Y mientras tanto, en España, el partido de inspiración cristiana que nos desgobierna ya ha eliminado las fiestas religiosas, ha promocionado la blasfemia, continúa con la matanza de niños nonatos y atribuye a las asociaciones de invertidos utilidad pública.

¿Tempora o mores? Bien podría ser el emblema de la Democracia Cristiana

El futuro materializado de los democristianos, finalmente, ha tenido muchas espinas pero ninguna rosa. Y al entrar en las iglesias, los caballeros yacentes gritan en silencio: ¿Os son necesarias como en otro tiempo nuestras espadas?

martes, 14 de febrero de 2012

Sobre la reseña de "Sol en las bardas. La forja oculta de Carlos Hugo."





El pasado sábado, en el suplemento literario La sombra del ciprés, perteneciente al Norte de Castilla, nos sorprendía por una de sus reseñas. Este trataba sobre el libro Sol en las bardas. La forja oculta de Carlos Hugo.

Sin embargo, es necesario realizar unas correcciones a la reseña, debido a la ignorancia manifiesta del autor sobre el Carlismo:

La Comunión Tradicionalista combatió a la República desde sus inicios, al igual que durante la "Restauración". Y ésto, se debe al rechazo fundamental que ocasionaba toda manifestación del derecho nuevo o revolucionario en la organización de la sociedad. Así es que con Alfonso Carlos y más tarde, en la Regencia, con Don Javier se luchase contra la República. Pero con el deseo de restaurar la monarquía social y representativa. Nunca para colocar a Franco.

A pesar que los tiempos de guerra traen extraños amigos, el carlismo nunca mostró simpatías por el régimen franquista y, por ello, recibió persecucción. Don Javier de Borbón sería expulsado de España, y más tarde, será recluido en los campos de concentración nazis sin que Franco moviese un dedo por su salvación. Fal Conde será desterrado, y mientras, el decreto de unificación obligó a la clandestinidad de la Comunión. Lo que no había hecho la República, lo hizo Franco.

Así es como desde 1937 hasta 1956 la política de la Comunión será de oposición, y su principal valedor será Fal Conde, jefe delegado de la Comunión Tradicionalista. Las personas que acepten cargos del Régimen serán expulsados: Bilbao, Rodezno... Con la llegada de Carlos Hugo esta situación cambiará, pues como el dijó:

Me reuní con Fal y con mi padre. Mi tesis era que el enemigo mortal de Franco no podía, en estos momentos, ser el representante del Carlismo. La de Fal era algo diferente; no defendía en absoluto su cargo, porque era un hombre de entrega total. Mantenía la tesis de que el Carlismo tenía que manifestar claramente que no tenía nada que ver con Franco. Yo no estaba de acuerdo con ella, porque la época de la guerra civil y de la represión a ultranza; los campos de concentración, la acción directa brutal y la represión indiscriminada, ya había pasado. Era necesario un diálogo con el Sistema.

La presentación de Carlos Hugo en el 57 en Montejurra, acompañada de Rafael Gambra (calificado por la historiografía marxista como integrista) muestra un Carlos Hugo todavía cuerdo con la tradición española. Nada de federalismo alemán, ni de centralismo borbónico. Lo primero, porque Alemania no tiene la patente y tiene sus diferencias en el apatato estatal y, en lo segundo, porque en España nunca se llevó a cabo.

Y la supuesta renovación crítica de un pobre y mediocre abrevadero cultural muestra que el autor habla de oídas. Para empezar podríamos hablar de la monumental obra de la Historia del tradicionalismo Español, con treinta tomos y la mejor obra hasta ahora que ha tratado el tradicionalismo. También podríamos hablar de la Editorial Tradicionalista o de la colección Montejurra y del desarrollo de los círculos Vázquez de Mella. Fundaciones y editoriales que perdieron su calidad y seriedad por la renovación ideológica (en verdad significó la ruptura) . Cuando se intentó, en un juego de malabares, adaptar la historia del carlismo a la historiografía marxista.

Tristemente. el príncipe salió rana. Reproducimos una de las últimas entrevistas a Don Carlos Hugo, aparecida en La Vanguardia el 5 de febrero de 2005.