Hacía tiempo que no publicábamos nada en esta bitácora. A fin de retornar al ruedo histórico, hoy publicaremos una entrevista a Esteban Bilbao. Este recorte de prensa apareció en la revista aragonesa Esfuerzo común. Data de enero de 1969, número 102. Al igual que la entrevista que publicamos sobre Manuel Fal Conde está escrita por José Carlos Clemente.
Como hicimos entonces, repetimos la advertencia: Clemente es un historiador sin ningún respeto a la verdad histórica. A falta de un antecedente histórico, Clemente se vio obligado a reescribir la historia, intentado casar el carlismo con el marxismo de aquellos años. Historiadores serios como Bullón de Mendoza criticó esta visión en su tesis sobre la Primera Guerra Carlista en el apartado Del carlismo como movimiento antirrico.
Del ex presidente de las Cortes Españolas se han dicho muchas cosas. Por ejemplo, ésta: «Franco fue el vencedor en la guerra, y Esteban Bilbao -la Historia lo dirá algún día- ha sido el organizador del nuevo Estado, el gran legislador; el hombre que, como presidente de las Cortes, ha llevado en su cartera a El Pardo, día tras día, durante veintitantos años, para que el Jefe del Estado las firmara, las Leyes más importantes por las que hoy se gobiernan los españoles...».
Esteban Bilbao en su juventud |
La expresión es exagerada, porque me parece imposible que un solo hombre haya podido elaborar personalmente todas las Leyes Constitucionales hoy vigentes, pero la labor del marqués de Bilbao y Eguía -título concedido por Franco-, durante su larga colaboración con el nuevo Estado nacido el 18 de julio, ha sido abrumadora.
Me recibe en su piso de Madrid, frente al Retiro, donde sostenemos una larga conversación en la que se entremezclan recuerdos de su juventud y opiniones sobre algunos hechos políticos actuales.
Don Esteban nació en Bilbao, el año 1879; estudió la carrera de Filosofía y Letras en Deusto. Más tarde cursó Derecho en Salamanca y se doctoró en Madrid. Accedió a su primer cargo público en 1904, como teniente de alcalde del Ayuntamiento bilbaíno.
Desde sus primeros años militó en el Carlismo, siendo diputado a Cortes por Tolosa (Guipúzcoa) desde 1916 hasta 1918. Al año siguiente consiguió el acta de senador del Reino, y en 1921 fue diputado a Cortes, otra vez, por Estella (Navarra).
En 1926 fue nombrado presidente de la Diputación de Vizcaya, y un año más tarde, miembro de la Asamblea Consultiva Nacional. Diputado por Navarra en 1933, ostentó desde este mismo año la primera Presidencia de la Acción Católica de Vizcaya.
Estalla la guerra civil y don Esteban cae preso, pero es canjeado por el alcalde de Bilbao. Al formarse el llamado Gobierno de la Victoria es nombrado ministro de Justicia, carg que ocupa hasta 1943, para ser designado presidente de las Cortes y del Consejo del Reino hasta 1965, fecha en la que cesó,a la edad de ochenta y siete años.
Desde 1946 es presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, así como miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.
Don Esteban saca su cajita de rapé y me pasa el cenicero de Vázquez de Mella para que eche en él la ceniza de mi cigarrillo. Empieza la entrevista.
PANORAMA POLÍTICO ACTUAL
-¿Cómo ve usted el actual panorama parlamentario español?
-Lo veo algo confuso. Desde mi atalaya privada no alcanzo a comprender algunas de las cosas que actualmente están sucediendo. Como ya se habrá dado cuenta, la actual Legislatura está en manos de los sindicalistas y de los falangistas, y, en definitiva, de suscitarse una votación general, siempre saldrá ganando la tesis que presenten estas personas. ¡Y todavía piden más!
-¿Ve usted alguna diferencia sustancial con las Cortes que presidió hasta el año mil novecientos sesenta y cinco?
- Ninguna. Sigue este claro predominio.
-De suscitarse la presentación de algún candidato monárquico, ¿cree usted que su actitud sería favorable a alguno de ellos?
Bilbao en su madurez |
Esto es muy complejo. Si el candidato fuera presentado por Franco, estoy seguro de que sería aceptado inmediatamente. Sea el candidato que sea. El jefe de Estado tiene un prestigio que nadie discute. De no ser así, dudo mucho que las Cortes se pronuncien a favor de alguno de ellos. La tendencia general es regencialista. Desde hace algún tiempo -algunos años-, parecía ser que el príncipe Juan Carlos tenía cierta acogida favorable en ciertos sectores oficiales, pero me da la impresión de que no es lo suficientemente popular para contar con el asenso de los procuradores.
-¿Usted era favorable a esta solución?
-De ninguna manera. Yo soy carlista, he sido carlista y siempre lo seré. Por tanto, no puedo aceptar, ni aceptaré, ninguna solución monárquica que venga a través de esta rama. La monarquía alfonsina o juanista fue bien despedida un catorce de abril. Sería una equivocación que volviera. Ya se han visto las desgracias que provocó. No sería inteligente tropezar tantas veces en la misma piedra.
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