LUNES 12 DE
SEPTIEMBRE DE 1870
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En este día en
que cumplí mis 21 años, hice mis devociones en el Jesús; y ya preveía que me
faltaría el tiempo para hacerlas otro día. Recibí hoy la primera carta de María
de las Nieves, la que me causó la mayor alegría. Casi toda mi Compañía tuvo que
ir a la Puerta del Pópolo para trabajar en las barricadas y no la relevaron
hasta el siguiente día por la mañana. Los trabajos se hacían con toda prisa,
pues se creía que íbamos a ser atacados muy pronto.
Yo di ayer una
vuelta en coche con el Teniente Derely, saliendo de Puerta del Pópolo y
entrando por Puerta de San Juan Laterano. La puerta Salara estaba cerrada y
llenada de tierra por dentro. Delante de la Puerta Pía, la que quedó del todo
abierta, se estaban concluyendo los terraplenes y las barricadas. Puertas San
Lorenzo y Puerta Maggiore estaba ya cerradas y llenadas de tierra.
Encontramos a varios paisanos que se veía que
no eran romanos, sino oficiales italianos disfrazados que iban examinando las
murallas por fuera. Fue la última vez que di un paseo. Por la noche supimos que
todo el día habían estado pasando la frontera tropas italianas en gran número y
en varios puntos. El Coronel Allet, que mandaba el Regimiento de Zuavos,
recibió un parte telegráfico del Teniente Coronel de Charette, desde Viterbo,
en el que le anunciaba que gran número de italianos marchaban sobre Viterbo, y
decía que el Subteniente de zuavos de Kervin, que se hallaba con veinte zuavos
en Bagnorea, había quedado prisionero de los italianos.
El Subteniente
Kervin tenía orden de no abandonar ese punto más que cuando estuviesen ya allí
los italianos: y habiendo él cumplido la orden, se encontró rodeado por 15.000
hombres; se defendió por un poco de tiempo, pero al fin tuvo que rendirse, y
creo que quedaron heridos algunos zuavos. Esta noticia nos dio mucha lástima y
ya empezamos a temer que le sucediese lo mismo también a Charette, el que tenía
orden de esperar que llegasen los italianos y sólo entonces retirarse sin hacer
resistencia.
Empezaron
luego a llegar noticas de Civitá Castellana, donde había la quinta Compañía del
cuarto Batallón de Zuavos (Capitán de Resimont) y la Compañía de disciplina,
mandada por el Capitán Rufini, de línea indígena.
Civitá Castellana |
Los telégrafos de Roma a Civitá Castellana ya
estaban cortados; de suerte que nada de fijo pudimos saber entonces. Los
italianos, según oímos después de muchos días, bombardearon el pequeño fuerte
de Civitá Castellana por más de una hora y le rodearon con 20.000 hombres a lo
menos. El comandante del fuerte resistió todo lo que pudo, causando bastantes
pérdidas al enemigo, pero a lo último viendo que la población iba a ser
destruida y sin provecho, y después, sabiendo positivamente que de Roma nadie
iría a ayudarle y que toda resistencia sería inútil, se decidió a capitular por
la tarde. La Compañía de Zuavos y la otra salieron del fuerte y entregaron las
armas según todas las formalidades acostumbradas. Los zuavos tuvieron algunos
hombres heridos y creo que algún muerto también. Muchos pensamos en Civitá
Castellana, pues en Roma se contaban toda suerte de noticias, y no se podía
saber la verdad.
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