SABADO 24 DE
SEPTIEMBRE DE 1870
A las ocho
de la mañana me desperté; pero quedé en mi camarote. La mar era muy mala, y
todos se habían mareado durante la noche, mientras yo había dormido. Tarabini
dio vestidos suyos de paisano a Sánchez, que se los puso de cualquier manera, y
ya estábamos los tres hechos unos paisanos.
Nuestros
vestidos de zuavos y nuestras espadas los atamos juntos y entregamos todo al
Sr. Pascal (jefe del Comité de Zuavos franceses), que nos prometió enviárnoslo
todo desde Marsella a Austria. Mi espada era la de mi abuelo Carlos V. A las
seis y media de la tarde ya se veía la ciudad de Toulon; pero tuvimos que
dormir fuera del puerto, pues estaba ya cerrado a esa hora.
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