jueves, 13 de septiembre de 2012

Las Memorias de Alfonso Carlos: Martes 13 de septiembre.


MARTES 13 DE SEPTIEMBRE DE 1870

Llegó un parte telegráfico desde Viterbo, en el que se decía que el Teniente Coronel Charette había marchado de Viterbo por la mañana y que las tropas italianas ocupaban dicha ciudad. Por la tarde llegó un telegrama del mismo Charette, en que decía que, marchando sobre Viterbo un gran número de italianos, había tenido que abandonar la ciudad, pero tenía consigo todas las Compañías de Zuavos en la provincia de Viterbo, exceptuando la de Valentano, que no había podido alcanzarle con una marcha forzada y gracias a una niebla muy espesa que les ocultó al enemigo; sin embargo, fueron atacados durante la retirada varias veces por lanceros italianos.

Los zuavos que estaban de guardia en los diferentes puestos de Viterbo habían quedado prisioneros de los italianos; serían éstos unos 15 ó 20 zuavos. Charette envió este parte desde Vetralla, pueblecito a unas ocho o diez millas de Viterbo sobre el camino de Civitá Vecchia. Allí se encontraba con siete Compañías de Zuavos, dos piezas de artillería, una ametralladora y unos cincuenta dragones a caballo. La Compañía de Zuavos que estaba en Subiaco (la primera del primero Cap. De Moncuit), había llegado ya a Roma por la mañana.

Por la noche llegaron también, aunque con bastante trabajo, la quinta Compañía del primero de Zuavos (Capitán Goutpagnon), que estaba en Tívoli, y la sexta del primero (Cap. Joubert), que estaba en Mentana. Todo el día se estuvo trabajando para concluir las barricadas de Roma. Un oficial de cada Compañía debía quedar en el cuartel toda la noche y el día. Yo, como estaba de semana, tuve que quedar gran parte del tiempo, y únicamente a las seis de la tarde me fui a comer a la pensión de los oficiales, y (lo que nunca hubiera creído) fue esa la última vez que estuve allí. Mucho se habló esa noche del Teniente Coronel Charette, pues creíamos imposible ya que pudiera retirarse hasta Civitá Vecchia o que viniese a Roma por Baccano, pues estaba rodeado de todos lados por fuerzas italianas considerables. Luego de comer volví a mi cuartel de San Agustín.

Por la noche los soldados estaban muy alegres, pues ya comprendían que pronto irían a batirse. Hicieron un altarito en el cuartel, encendieron muchas luces y se opusieron a cantar canciones a la Virgen, y, por último, el himno de Pío IX, y dieron muchos vivas. En otro tiempo no se hubiera permitido tanto ruido, pero en estos momentos no se podía impedir. Hasta los frailes del convento vinieron allí y se alegraban en ver tan buenos soldados y tan animados del espíritu católico. A las diez, hora del silencio, todos fueron a acostarse, pero vestidos, pues ya desde algún tiempo las tropas debían dormir vestidas. La alegría de esa noche parecía que preveía lo que iba a suceder.

ZP
Poco después de las diez llegó al cuartel el Teniente Derely y me dijo que se había recibido orden para que la sexta del segundo marchase la misma noche al encuentro del enemigo, que venía por los caminos de Viterbo y Civitá Castellana. Fue mucha suerte y honor para mi Compañía el ser la primera elegida para marchar al frente, y fue indescriptible el consuelo que nos produjo esta noticia a todos nosotros. Enseguida fui al casino militar a tomar todas las órdenes de mi Capitán Mr. Gastebois.

La hora de marcha fue fijada para la una y media de la noche. Yo volvía al cuartel. Allí estaba ya Mgr. Daniel, Capellán mayor de zuavos; todos querían confesarse con él (los que hablaban francés) y apenas logré yo hacerlo también. Nuestra Compañía parecía una Compañía de cruzados, pues llevábamos todos, cosidas sobre nuestros chalecos, unas cruces rojas, de paño, bendecido por Su Santidad. Después, todos los zuavos y demás soldados se las pusieron, pero hasta entonces nadie las tenía todavía y mi Compañía fue casi la primera que se las puso. Todos los soldados se pusieron a preparar sus cosas. A las diez y tres cuartos marché a mi casa, número 300, del Corso, con mi asistente Sánchez, preparé todas mis cosas y me eché sobre la cama para descansar una hora.

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